martes 7 de septiembre de 2021

La imagen de la ruina ficcionada como una posibilidad. Entrevista a Rodrigo Valenzuela

Por Carolina Martínez

El artista chileno radicado en Los Ángeles, Rodrigo Valenzuela, trabaja en los límites entre la fotografía y las artes visuales, creando intersticios narrativos a través de la construcción de misteriosas escenas que se advienen como gestos de alienación y desplazamiento, trayendo a la mesa hechos y fenómenos locales llevados a relatos de carácter universal común, entrelazando la historia de la humanidad entre las diferentes fuerzas que cohabitan el mundo y la historia del proletariado, del trabajo pesado, y de individualidades y grupos oprimidos. Sus imágenes remiten a la fuerza activa tal cual embrión de posibles nuevos mundos en gestión, conciliando el malestar propio de asumir la opresión dada como una fuerza reactiva.

Las ruinas de la destrucción presentadas en su trabajo, lejos de hablar de la desesperanza, impelen desde la ficción a alternativas y posibles soluciones al capitalismo y a los regímenes que han catapultado la solidaridad. A través de la ilusión de la (re) construcción nos invita a pensar en esos futuros posibles que son potencia, y que están replegados en el presente. El fotógrafo como historiador, acá como un mago que reúne elementos de distintas épocas, los equilibra de cierta forma, enfrentándolos a una cámara que está siempre tratando de hacer la foto desde lo que la máquina misma le dice que es perfecto. Es como si las injusticias de este sistema neoliberal, el mismo que ha oprimido a toda la fuerza laboral, se convirtieran en resonancias.

 

Rodrigo Valenzuela. Fotografía: Zachary Fabri

 

Rodrigo Valenzuela, Devil’s union, 2021

 

Carolina Martínez: Como un gesto mágico, casi un ritual, tus imágenes están en el difuso límite entre la fotografía y las artes visuales, donde parecieras preferir no dilucidar el proceso bajo el cual construyes y registras misteriosos escenarios que comentan sobre la destrucción que ha inundado nuestra historia y las ruinas propias de una humanidad que busca permanentemente –y sin éxito- una reconstrucción. ¿Cómo y por qué transitaste a la práctica fotográfica? ¿Cómo llegaste a entender que estas son las narrativas que querías contar?

Rodrigo Valenzuela: Es interesante que ocupes la expresión “limite entre fotografía y artes visuales”. Me hace fantasear sobre un cruce fronterizo entre dos países que el mercado ha separado. Quizás en estos dos países la experiencia visual sea muy similar. Para mí, la mayor diferencia estaría en el horario más que en el lenguaje. Un cambio de temporalidad que te hace sentir el cuerpo distinto, un tipo de jet-lag entre la idea y la ejecución, algo indefinible, pero evidente en la presencia de la obra de arte. El tiempo bajo el que se ejecuta una obra es fundamental para entender la naturaleza de esta misma. Construir mis propios objetos o escenas en adición al tiempo que uno pasa investigando es importante para robarle la inmediatez a la fotografía.

Las narrativas presentes en mis trabajos tratan de buscar una respuesta a eso indefinible que mencionaba antes. Usando un tipo de método stanislavski en la investigación y creación, las obras visuales, es decir, los resultados, son solo una de las posibilidades a los problemas que me interesan. Las fotos no solo son una ilustración de la investigación, más bien son una alternativa o una especulación sobre posibles respuestas. De esta forma, los temas que toco son problemas que afectan primordialmente a mi familia, amigos y colegas. Quizás son los únicos problemas que domino y que me gustaría resolver.

CM: Cuando se lidia con las temáticas y nociones con las que trabajas, muchas veces en la práctica y reflexión artística se acude a tomar hechos particulares, ya acontecidos, lo que ciertamente incita a pensar históricamente sobre ellos y ciertos momentos sociales y políticos. Pero en tus fotografías, aunque vienen de cierta decepción, siento que hay una invitación al optimismo desde el planteamiento y sugerencia de que hay una posibilidad. Siguiendo a Franco Berardi, la potencia replegada en el presente. En este sentido, si el fotógrafo es considerado un historiador, ¿cómo participas de y en la historia a partir de las imágenes que construyes y que han partido de cierta manera desde la autobiografía?

RV: La autobiografía es una manera de mantener la subjetividad “viva”. Muchas instituciones, especialmente las académicas, tratan de incorporar a nuestro vocabulario sus ideologías disfrazadas de objetividad. De esta forma, la autobiografía o privilegiar la “posicionalidad de sujeto” sirven como antídoto a la hegemonía eurocentrista. Es importante remarcar que no todo trabajo autobiográfico es creado bajo las mismas condiciones o funciona de igual manera. Para mí, la única forma en que la autobiografía y las políticas de identidad pueden ser productivas, es cuando son usadas como punto de partida para la creación artística, y no como punto de llegada (como en la mayoría de los casos).

 

Rodrigo Valenzuela, Already There, 2015

 

Rodrigo Valenzuela, Afterwork #2, 2021

 

CM: Al momento de enfrentar tu trabajo se pueden vislumbrar infinitos léxicos y representaciones que sin duda se ven sometidos al horizonte cultural y de experiencia de cada quien. Es posible de ver que a través de esto das cuenta de narrativas mundiales y fenómenos compartidos: la historia del trabajo pesado y el proletariado; individualidades y comunidades oprimidas. Volviendo a lo biográfico, ¿cómo opera tu propia historia en lo que realizas, desde los objetos y materiales que usas en tus composiciones hasta la técnica y visualidad que implementas?

RV: Mi experiencia personal está condicionada por las políticas locales y globales; las narrativas de cada lugar y objeto están condicionadas por su contexto histórico y social. Para crear una obra de arte que trate de comunicar lo que desea, se necesita estar activamente pensando y reevaluando tus experiencias y creencias, esto junto a la historia social y política de los objetos y lugares que participan en tu proceso. Es como un juego de ajedrez que cada vez que haces un movimiento, tienes que repensar las estrategias. En este caso, es importante mantener presente la ontología de los objetos en paralelo con tu experiencia personal con ellos. Hay materiales que he estado usando recientemente en mi trabajo como el concreto, la madera y las fotocopias. El uso del concreto es dado por mi experiencia en construcción cuando trabajé en Boston sin documentos. Pero también el concreto es el material más recurrente en las infraestructuras de instituciones cívicas, componente fundamental de la estética brutalista, y sobre todo, es un material frío e impersonal. Todos esos elementos tienen que entrar en la conceptualización y gestación de las creaciones, pero la respuesta no necesariamente tiene que identificarse directamente con alguno de esos materiales.

CM: Sé que te ha interesado desde siempre la teoría y reflexión crítica, y me comentaste que una de las razones por las que estudiaste arte, fue una manera de dar forma a tus inquietudes y procesar información de un modo visual. También cursaste estudios en filosofía e historia del arte, por lo que entiendo que para ti las conexiones intelectuales y la examinación de las propias herramientas pueden llevar a la construcción de pensamiento a través de la revisión material y conceptual. Hoy, además eres académico y buscas transmitir posibles instrumentos y conocimiento principalmente a estudiantes con menores recursos y posibilidades económicas. ¿Cómo abordas tu enseñanza y cuáles podrían ser tus sugerencias y diagnóstico para dar más y mejor acceso desde la educación? ¿Cuánto puede afectar un academicismo viciado en la experiencia de una o un estudiante?

RV: La empatía es fundamental en la pedagogía. Estudiar filosofía no me hizo un experto en la historia del conocimiento global,pero me dio herramientas para analizar meticulosamente los problemas que están al frente mío. Esto no significa necesariamente que los resuelva, pero te hace considerar la forma y el contenido del asunto en mano. Una de la razones por las que enseño en la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) es porque recibimos un cuarenta por ciento de nuestros estudiantes de pregrado desde el community college. La mayoría son jóvenes muy inteligentes de pocos recursos. Obviamente que enseñar en la mejor universidad pública de Estados Unidos hace la tarea mucho más fácil como profesor. Sin embargo, uno tiene que ser cuidadoso cuando tienes una enorme mezcla de nacionalidades, etnias, géneros, identidades y mucha diferencia económica.  Creo que la clave para responder a estas diferencias está en abordar temas que se beneficien de los distintos puntos de vista, ¡un conocimiento poroso y con fallas es mejor que el dogmático!

 

Rodrigo Valenzuela, Mask #2, 2018

 

Rodrigo Valenzuela, Trophy Room No. 2, 2015

 

CM: La particularidad de tu obra y fotografía reside en que no presentas objetos, escenas o paisajes dados dentro de cierta “realidad”, sino que recreas ficciones integrando múltiples realidades, niveles y relatos. Pienso en lo que me comentaste en una conversación anterior: eso de que “cuando vas al cine tienes que suspender tus creencias. Dejas de creer en la vida normal”. Desde las secuelas de ruinas encomiendas pensar en futuros alternativos y posibles soluciones a este cafisheo- capitalístico  (Rolnik, 2018, p. 32) desde la ficción. Cuéntame acerca de tus procesos de pensamiento y creación, sabiendo que lo que creas, es pensado solo para que viva en y a través de la fotografía.

RV: La fotografía para mí es una resistencia a la inmediatez. Es una forma de contestar sobre por qué pensamos que la rapidez o vehemencia en responder parece ser más apegada a la verdad, o por qué decir las “cosas desde el estómago” está asociado con la autenticidad. Pero meditar sobre un asunto, darle tiempo a tu cuerpo, mente y alma para responder, se lee como algo menos real.  Lo lento de mi fotografía persigue ese tiempo, tener diez cuadros para exponer en cada rollo me da licencia para el error o un espacio en donde no tengo por qué saber. En un buen artista siempre hay una fricción entre los deseos y las capacidades, el lenguaje y la audiencia: en ese espacio de fricción es donde mejor funciona el arte. 

CM: La historiadora del arte especializada en fotografía, Katarzyna Ruchel-Stockmans comenta en su ensayo General history revisited by photography’s particularity. Siegfried Kracauer’s theory seen through Richard Mosse’s practice que las imágenes del fotógrafo abordan tanto la realidad histórica concreta como los límites del medio fotográfico como tal. ¿Cómo te planteas ese desafío o conciliación en procesos y resultados donde la fotografía se dispone como tu último recurso?

RV: Esto me hace pensar en sobre cómo se pueden manejar los límites que ocurren dentro del cuadro proporcionado por la cámara en oposición -o relación- a la “historia completa” fuera de ella. Prefiero pensar en la realización de la imagen como un punto de partida para entender lo que excluyes en ella. La imagen fotográfica entendida ahora como cualquier captura digital o análoga de la realidad, está altamente determinada por los poderes que interfieren en su captura. Esto puede ser desde una imagen satelital de Google, una foto de carnet o una fiesta casera. En este caso, la realidad de la foto está determinada porque no está pasando. En estos días, la ausencia es el punctum real. A quien no invitas a la fiesta o quien no está en la foto dice mucho más que la imagen en sí. Mira cualquier foto del pasado, y los que faltan te dirán mucho más sobre las políticas de ese tiempo. Cada retrato que se ha tomado es una herramienta de categorización más que de memorización. Para mí, el real límite de la fotografía reside en combatir la ilusión que se ha creado desde el mito de la visibilidad. No solamente en el caso de Richard Mosse, pero desde la invención de la imagen como recurso etnográfico, es obsceno.
Cada vez que capturas algo o a alguien, no lo estás “mostrando al mundo”, sino que limitando su entendimiento publico. Cada imagen repite la creencia popular, y cada nueva persona inconscientemente va buscando esa imagen una y otra vez.

 

Rodrigo Valenzuela, Animita No. 14, 2016

 

Rodrigo Valenzuela, The Builder No. 1, 2012

 

CM: ¿De qué manera y cómo generas un espacio de libertad para pensar la imagen a través de un dispositivo que indica lo que parece ser perfecto y estar en equilibrio? ¿Cómo incluyes la posibilidad de error en tu trabajo, y cómo desde ahí instigas a soñar una nueva solidaridad y lógicas de resistencia?

RV: No solamente en la fotografía o el arte en general es importante encontrar la libertad de estar equivocado. La mentalidad súper contemporánea de que el arte o los artistas “solo” preguntan, tiene que caducar pronto. Hay que cambiarla por la sinceridad de proponer y dar respuestas. Uno sabe cómo detectar cuando una sugerencia viene con el espíritu correcto. Las tradiciones de los artistas y filósofos de generar preguntas sin respuesta es lo que nos ha llevado al desencantamiento con la academia y a un abuso de la “respuesta irónica”. En cualquier proyecto, trato de balancear la historia formal del asunto que estoy tocando con respuestas personales que se sientan sinceras, y si evidencias las fallas en el pensamiento, ¡mejor todavía! Estar equivocados nos puede ayudar a descubrir cosas en nuestra propia obra y pensamiento. Uno de los errores más comunes en los que incurren los artistas jóvenes, es editarse a sí mismos, antes que la obra salga, cuando es la propia obra la que tiene que ser más inteligente que el artista que la crea.

 

 

Rodrigo Valenzuela (Santiago de Chile, 1982) vive y trabaja en Los Ángeles. Construye narraciones, escenas e historias que apuntan a las tensiones que se dan entre el individuo y las comunidades. Utiliza hilos autobiográficos para informar de campos de experiencia universales más amplios. Utilizando a menudo paisajes y cuadros con jornaleros o con él mismo, explora la forma en que se habita una imagen. Su trabajo sirve de punto de contacto expresivo e íntimo entre los ámbitos más amplios de la subjetividad y la contingencia política. A través de sus videos y fotografías, crea imágenes que se sienten al mismo tiempo familiares y distantes. Involucra al espectador en cuestiones relativas a las formas en que se sitúan la formación y la experiencia de cada obra, cómo existen dentro y fuera del lugar.
Actualmente es profesor adjunto y director del Departamento de Fotografía de la Universidad de California en Los Ángeles – UCLA. Ha recibido la beca Guggenheim 2021 en fotografía y la beca Smithsonian de investigación artística; el premio Joan Mitchell para pintores y escultores; la beca de la Fundación Art Matters; y el premio Artist trust Innovators.
Entre sus exposiciones individuales más recientes se encuentran: New Museum, NY; Lisa Kandlhofer Galerie, Viena, AU; Jordan Schnitzer Museum of Art, Eugene; Orange County Museum; Portland Art Museum; y Frye Art Museum, Seattle. Entre sus residencias más recientes se encuentran: Core Fellowship en el Museum of Fine Arts, Houston; Skowhegan School of Painting and Sculpture; MacDowell Colony; Bemis Center for contemporary arts; Lightwork; y el Center for Photography at Woodstock.

Sitio web y redes sociales

www.rodrigovalenzuela.com

Facebook: www.facebook.com/rodrigo.valenzuela.37

Instagram: @rodrigovalenzuela_studio

 

Carolina Martínez (Santiago, Chile) es editora, gestora cultural e investigadora creativa. Fundadora y editora en jefe de Rotunda Magazine, publicación en línea dedicada al arte contemporáneo. Es curadora y directora de contenidos de “Gabinete: Arte Contemporáneo en Chile”, serie de micro-documentales sobre artistas visuales chilenos, combinando la teoría e investigación en arte contemporáneo con el mundo del cine. Recientemente viajó a Dinamarca en el marco del International Research Programme de la Danish Arts Foundation, y Suiza para desarrollar un proyecto especial audiovisual en el prestigioso centro de residencia La Becque (Vevey).
Uno de sus más recientes trabajos comisionados fue la entrevista y microfilm con Raúl Zurita, parte de la presentación virtual de Chile en la Frankfurter Buchmesse 2020 (Feria del Libro de Frankfurt) gracias al Goethe-Institut Chile. Destaca entre sus últimos proyectos la curatoría del Pabellón de las Artes de la Visualidad del Encuentro de Economías Creativas de Chile – CHEC 2020 “El Dominio de lo Remoto”. Actualmente está en proceso de investigación y desarrollo de un documental de larga duración.

Redes sociales 

Facebook: www.facebook.com/carolina.p.martinez.s

Instagram: @carolina_martinez_s y @caro_martinez_sanchez

 

 

Esta publicación se enmarca dentro de la iniciativa realizada en conjunto por CNAC y el Área de Fotografía del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile dentro del contexto del Mes de la Fotografía, la cual consiste en compartir entrevistas, textos y reflexiones en torno a fotógrafas, fotógrafos y agentes relevantes de la fotografía nacional e internacional.