martes 18 de agosto de 2020

BAJO TIERRA Y ENTRE FRONTERAS. LA PRÁCTICA DOCUMENTAL CONSCIENTE DE TAMARA MERINO

 Retrato Tamara Merino. (Cortesía: Tamara Merino)

 

Por Alejandra Villasmil

Una mujer pierde su mirada hacia la única fuente de luz natural que entra al interior de una caverna. Absorta en algún pensamiento, espera la llegada de una piedra semipreciosa que su marido busca en Coober Pedy, un pueblo subterráneo en Australia que desde hace 100 años depende exclusivamente de la explotación del ópalo.

Coober Pedy, o Kupa-Piti, que en lengua aborigen significa “agujero del hombre blanco”, es la mina de ópalo más grande del mundo. Un territorio surreal, único, conformado por una comunidad de unos 3.500 habitantes que viven en viejas minas rehabilitadas para protegerse del calor. Y es que en Coober Pedy las temperaturas en verano pueden alcanzar los 48 grados, a veces ni llueve, o es sacudida por fuertes tormentas de arena. Ahí, en la ciudad sótano, en sus hogares, iglesias, bares y librerías, ha pasado una temporada la fotógrafa chilena Tamara Merino (29), documentando la existencia y revelando los misterios de sus pobladores.

Los registros son parte de Underland, un proyecto de largo aliento con el que esta fotógrafa viajera ha ido desenterrando la cotidianeidad de comunidades que viven en casas-cuevas, en países como Australia, España y Estados Unidos. Con este trabajo, Merino acaba de ganar el Premio Inge Morath que otorgan cada año Magnum Foundation, Magnum Photos y el Inge Morath Estate a mujeres fotógrafas menores de 30 años. Seleccionada entre 114 postulantes, obtuvo 5.000 dólares para continuar desarrollando la serie Underland, esta vez en una comunidad subterránea de Túnez, Africa.

El reconocimiento corona otros grandes logros en su carrera profesional, entre los que cuentan premios y exhibiciones, así como publicaciones en National Geographic, The New York Times, The Washington Post, Der Spiegel (Alemania), The Sydney Morning Herald (Australia), Folha de São PauloBloomberg News, Los Angeles Times, The Wall Street Journal Newsweek, entre otros. Medios que han difundido sus impresionantes trabajos sobre la secta caníbal de los Aghorisen Varanasi (India), la vida de migrantes y trabajadores humanitarios en la frontera México/Estados Unidos, o las persistentes desigualdades en Chile. Historias que, a través del conocimiento perceptivo basado en la intuición y lo afectivo, nos llevan a cuestionar ideas preestablecidas sobre otras culturas y modos de vida.

Tamara Merino nos cuenta en esta entrevista cómo aborda los temas socio-políticos que traduce en imágenes desde su posición de storyteller, en un afán por despertar consciencia colectiva sobre nuestra identidad social, como seres humanos que compartimos la experiencia universal de relacionarnos, de existir en sociedad y en comunidades determinadas por las formas de subsistencia que elegimos, en un planeta afectado por nuestro accionar.

Serie Underland, Australia. (Cortesía: Tamara Merino)

 

Alejandra Villasmil: La serie Underland comenzó en Australia. Cuéntanos sobre los orígenes y el desarrollo de ese trabajo.

Tamara Merino: Llegué a Coober Pedy por primera vez en noviembre de 2015, mientras vivía y viajaba en una camper van por Australia. Pinchamos un neumático de la van y nos detuvimos, en lo que pensamos que era ‘el medio de la nada’. Sin embargo, descubrimos que en realidad estábamos en medio de una increíble comunidad subterránea, donde la gente vive bajo tierra en casas-cuevas llamadas “dogouts”. Luego de cambiar el neumático comenzamos a explorar el pueblo y encontramos una maravillosa Iglesia Ortodoxa bajo tierra. Bajamos por una alfombra roja hacia la iglesia y no había nadie allí abajo, pero ocho o nueve velas estaban prendidas y todo estaba limpio y organizado, así que inmediatamente nos dimos cuenta que debía haber una comunidad subterránea activa en el pueblo. Ahí supe que este era un lugar donde me quería quedar para desarrollar un proyecto.

Sentí la profunda necesidad de conocer esa comunidad subterránea y contar su historia. Luego de Australia me fui al otro lado del mundo, hasta que llegué a Andalucía, en el sur de España, donde la gente ha estado viviendo en cuevas durante más de 500 años, y hoy es el asentamiento de cuevas más grande de Europa. Y finalmente, visité una pequeña comunidad de 16 familias polígamas y mormones en el desierto de Utah, en Estados Unidos, que ha estado viviendo en cuevas excavadas por ellos mismos dentro de una gran roca desde 1975.

Cada una de las comunidades que he documentado para este proyecto tiene su propia razón sociocultural, climática, geográfica, económica, histórica o religiosa que las lleva a vivir bajo tierra. Hoy en día, el proyecto Underland consta de tres capítulos, y lo seguiré desarrollando en diferentes partes del mundo durante este año y el próximo. El siguiente capítulo será en Túnez, gracias al apoyo del prestigioso premio de Magnum/Inge Morath que me otorgaron hace unas semanas atrás.

 

Serie Underland, Australia. (Cortesía: Tamara Merino)

 

AV: Eres hija de una colombiana y un chileno. ¿Han influido tus raíces en tu decisión de ser una fotógrafa que documenta el mundo, interesada en temas socio-políticos como la migración y modos de hacer comunidad?

TM: Mi abuelo materno era un trotamundos apasionado por la fotografía y yo heredé su espíritu viajero y su curiosidad por descubrir el mundo a través de mi cámara.
A los 8 o 9 años me convertí en la fotógrafa de la familia. Era la encargada de cuidar y guardar la cámara y siempre estaba sacando fotos de todo. ¡Me encantaba! Cuando llegábamos de algún viaje familiar íbamos a imprimir las fotos y era algo mágico que siempre captó mi atención. La primera vez que revelé una de mis fotos, ese momento cuando el papel está hundido en el químico y empieza a aparecer mágicamente el gris graneado de tu imagen, supe que eso era lo que quería hacer por el resto de mi vida. Desde ese minuto no he soltado mi cámara. Hoy en día soy una fotógrafa documental y storyteller, es decir, me dedico a contar historias desde la fotografía documental, enfocada en temas socio-culturales, de identidad y comunidades subterráneas alrededor del mundo.

 

AV: Para mí resulta increíble, por más que lo analice, que se pueda vivir bajo tierra, que existan comunidades que hayan tomado la decisión de hacerlo. Podemos enumerar varias razones prácticas, como el sustento económico en el caso de Coober Pedy. En tus documentaciones de lo “underland”, ¿qué has llegado a entender sobre la psiquis, las emociones y la vida espiritual de estas personas, de su conexión con el entorno natural? 

TM: He comprendido que todos habitamos el mundo de maneras diferentes, pero de una u otra forma, todos tenemos una fuerte relación con el entorno que nos rodea. Ese medio ambiente impacta siempre de alguna manera sobre nuestro actuar y forma de ser y sobre cómo nos relacionamos con nuestros pares y entorno. Todas las comunidades que he documentado para Underland tienen una fuerte relación con su entorno natural, empezando por el hecho de que su casa está viva y está cambiando, mutando constantemente. Dependen y confían 100% en estas cuevas hechas por ellos mismos y eso me parece increíble. Desde que empecé a documentar en Coober Pedy, sentí que las casas estaban vivas, que tenían su propia personalidad y su propia historia que contar.

 

Serie Underland, España. (Cortesía: Tamara Merino)

 

AV: La honestidad es fundamental en el ejercicio de aproximación propio de la fotografía documental. Creo que acercarse a una comunidad, a esas personas que te abren las puertas de sus casas, de sus vidas, requiere de una humildad y empatía tremendas. De lo contrario, se cae en el sensacionalismo, en el exotismo, en el folclorismo, en el panfleto, el dramatismo, la pornomiseria, el amarillismo, el oportunismo… en fin, ¡hay tantos términos para definirlo! 

TM: Mi filosofía es que somos seres humanos antes que fotógrafos. Y de la misma manera que desarrollamos una relación con cualquier ser humano, es que nos debemos acercar a las personas que fotografiamos. Honestidad, amor, empatía, respeto y una gran sonrisa son la base para conectar con otro ser humano y la única manera para que las personas nos den su confianza y nos abran las puertas de sus casas y de sus vidas. Para mi la fotografía es un viaje, una exploración hacia mi inconsciente, una herramienta de autoconocimiento y exploración personal. La fotografía me permite expresar mi interpretación del mundo que me rodea y mi cámara es la herramienta en sí misma que me permite pertenecer por un momento a la vida de las personas que retrato y, por lo tanto, poder contar su historia de una manera íntima y honesta. La fotografía me permite volver a ser niña, porque me da la capacidad de sorprenderme y esa capacidad de asombro es lo que me conecta con las personas y las historias que cuento. La fotografía me ha dado la posibilidad de vivir con personas de pensamientos, filosofía y estilo de vida totalmente diferentes a los míos, personas que ahora se han convertido en grandes amigos.

 

AV: Se ha cuestionado la tendencia al voyerismo en la fotografía documental, ese mirar a la sociedad como espectáculo para ser apreciada (y apropiada). Creo que debe existir una distinción epistemológica entre eso, la denuncia social, y crear una conciencia cultural sobre nosotros mismos.

TM: Jamás debería existir la apropiación de las historias ni de las personas que estamos fotografiando. Nosotros, como fotógrafos, somos un puente, un catalizador para contar sus historias, pero jamás debemos ni interferir ni modificar la realidad a nuestro beneficio. Las personas que fotografiamos no son sujetos ni objetos, son seres humanos y debemos por sobre todo respetar su intimidad y su vida personal. Como creadores visuales debemos tener la capacidad de contar sus historias de la manera más honesta y cercana a la realidad. Personalmente me inspira todo lo relacionado con el ser humano y su condición y la forma en que vive y convive con sus pares y su entorno. Me enfoco en temas sociales porque quiero despertar a través de mis fotografías una consciencia colectiva que nos identifique a todos con nuestra identidad social. A través de historias sobre la identidad y la condición humana pretendo darle la oportunidad al público de verse reflejado en la experiencia de otro.

 

Serie Aghor, India. (Cortesía: Tamara Merino)

AV: La mayoría de los fotógrafos en ejercicio provienen de Estados Unidos y Europa. Latinoamérica, y las mujeres fotógrafas, siguen sub-representadas. Tú eres parte del colectivo Women Photograph, que busca una mayor inclusividad dentro del campo. Cuéntanos un poco sobre estas relaciones de poder, los balances de representación de género y raza, dentro del campo de la fotografía documental.

TM: En el mundo de la fotografía existe una falta de voces y miradas femeninas importante y no porque no haya increíbles mujeres fotógrafas en cada rincón del planeta, sino porque aún siguen siendo más representados los hombres en nuestra industria. Este comportamiento ha sido normalizado y repetitivo a lo largo de la historia, y la mayoría de las veces las historias han sido contadas desde la mirada de hombres blancos. Se necesita diversidad de miradas y voces y la mirada íntima y femenina para narrar desde un punto de vista horizontal y enriquecedor. Hace falta la descolonización de la mirada, ya que el arte en sí es patriarcal y debemos con urgencia cambiar eso. Con el fin de generar un cambio y una mayor inclusividad nacen colectivos y plataformas de mujeres fotógrafas como Women Photograph.

Con esta misma premisa nació, hace dos meses, Ayün, un colectivo de mujeres fotógrafas y storytellers que desarrollamos proyectos sobre derechos humanos, identidad y territorio, y de la que soy fundadora. Somos ocho fotógrafas que tenemos un vínculo común con Latinoamérica, bien como lugar de nacimiento, de residencia o de trabajo. Buscamos soluciones y promover el cambio mediante la narración a través de la fotografía, potenciada con diferentes disciplinas artísticas. Somos una simbiosis de voces femeninas que se unieron para diversificar la manera en la que contamos las historias de nuestros territorios.

En el área de la fotografía hay mucho campo por cubrir, en donde Chile y Latinoamérica necesitan representar más fotógrafos locales que cuenten historias a través de lo visual. Para ello deberían existir más medios, plataformas y espacios que valoren los trabajos y producciones de fotógrafos locales. La fotografía y cualquier carrera artística en Latinoamérica no es tan valorada como lo es en Estados Unidos y Europa. De hecho, hay estadísticas que confirman que la mayoría de los fotógrafos representados provienen de Estados Unidos y Europa, lo que deja a una cantidad importante de fotógrafos latinoamericanos con un bajo porcentaje de representación y desarrollo profesional.

 

Serie Frontera, México/EEUU. (Cortesía: Tamara Merino)

 

AV: The Washington Post publicó unas fotos tuyas del desierto de Atacama, para ilustrar las fuentes de energía solar que allí operan. He leído que tienes interés en desarrollar un proyecto fotográfico en Tierra del Fuego. ¿Qué otros trabajos has hecho en Chile, cuál es el que te ha gustado más y cuál te gustaría hacer?

TM: En Chile imparto talleres presenciales de fotografía documental y de storytelling, también virtuales, abiertos a todo el mundo, con el fin de crear una comunidad y compartir todos mis conocimientos. ¡Soy un libro abierto! De esta manera, busco preparar a los fotógrafos latinoamericanos con las mismas exigencias que tienen los medios internacionales, para que seamos nosotros quienes contemos las historias de nuestro continente y territorio.

 

AV: ¿Qué le recomendarías a los fotógrafos que trabajan en el contexto profesional precarizado del Sur Global?

TM: Cualquier carrera artística necesita mucho amor, esfuerzo, dedicación y perseverancia, porque si uno hace lo que ama, todo empieza a fluir naturalmente.
Yo les diría a aquellas personas que se lancen, porque no hay vacío. Hay solo un hermoso camino de muchas sorpresas, alegrías, tristezas y muchísimo aprendizaje. Les recomendaría estar siempre en constante aprendizaje, hacer talleres de fotografía, compartir y aprender de diferentes fotógrafos, ver muchos libros de fotografía, descubrir nuevos talentos emergentes y ver muchas fotos para afinar el ojo. Estar creando algo nuevo es la clave para mantenernos alerta y constantemente desarrollando y mejorando nuestra visión, por eso jamás hay que sacar fotos para alguien, sino que hay que sacar fotos para nosotros mismos, desde el corazón y la intuición. Siempre acercarse y fotografiar desde la honestidad, el respeto y el amor.

 

AV: En medio de la pandemia, las mentes creativas siguen trabajando y produciendo imágenes, para los demás y también para sí mismas, como una especie de terapia para el confinamiento. La vida exterior es la materia de tu trabajo. ¿Qué extrañas del estar afuera?

TM: Extraño la naturaleza, la conexión humana, la libertad y los viajes. Pero esta cuarentena me ha dado la posibilidad de mirar hacia dentro y viajar hacia mi interior. En mi carrera profesional he sido siempre yo la que me adentro en la vida de otras personas, siempre documentando la vida cotidiana desde la intimidad. Pero esta vez la pandemia me ha regalado una pausa sin prisa, sin presión y sin excusas, y yo me he dado la oportunidad de voltear la cámara hacia mi propia intimidad y retratar que pasa puertas adentro en mi vida. Entonces nace mi Diario de Cuarentena, que es un registro de mi intimidad y mi relación con mi hijo y mi madre. Y así, desde una visión transversal, darme el espacio de documentar la simbiosis que hemos creado entre los tres en este tiempo determinado. Este proyecto lo he desarrollado gracias al apoyo de National Geographic.

 

Serie Diario de Cuarentena. (Cortesía: Tamara Merino)

AV: Vi que estás posteando un Diario de Cuarentena en tu Instagram 

TM: Para este trabajo me he permitido documentar desde nuevas narrativas, retratando la vida cotidiana de mi hijo y la relación que tiene con mi madre, pero también utilizando el auto-retrato como recurso para incluirme yo en la historia. El documentar mi cuarentena me ha permitido volverme a enamorar de momentos y situaciones que antes no les encontraba la magia, por verlos todos los días. La rutina y el encierro me han hecho narrar desde otro espacio creativo y buscar nuevos puentes y conexiones narrativas. Y ha sido este vaivén de sentimientos, y la urgencia emocional de crear con el fin de comprender mis propias emociones, los que me han llevado a esta exploración sin límites. Siento que me he dado la oportunidad de reinventarme y experimentar para contar mi propia historia desde un punto de vista emocional y atemporal. Es una forma de conectarnos a todos en todas partes del mundo.

 

AV: ¿Cuál es el trabajo que te ha representado el mayor reto hasta ahora, y por qué?

TM: Justamente mi Diario de cuarentena, ya que mi trabajo solía ser documentalismo puro y duro. Como te decía, este proyecto se ha convertido en el reflejo de mis emociones plasmado en imágenes. El auto-retrato es algo que es totalmente nuevo para mí, pero ha sido muy interesante abrirme a nuevas maneras de narrar una historia. Ha sido un proceso terapéutico, de mucho aprendizaje y auto observación, ya que me ha permitido expresar y comprender desde otro punto de vista que antes no me había abierto a ver. Y ha sido tremendamente enriquecedor.

 

AV: ¿Qué debe distinguir a la fotografía documental, en cuanto a sus códigos lingüísticos? ¿Qué condiciones debe reunir para ti una buena foto?

TM: Una buena fotografía es la que sobrevive al paso del tiempo. Es la que te hace detenerte, pensar, la que te despierta los sentidos, te hace cuestionarte y te identifica o representa de alguna manera.

 

Instagram: @tamaramerino_photography
Página Web: www.tamaramerino.com

Alejandra Villasmil (Venezuela, 1972) es periodista y editora. Fundadora de Artishockrevista.com, un sitio web especializado en arte contemporáneo iberoamericano, el cual dirige desde su creación en el 2010.

Esta entrevista se enmarca dentro de una iniciativa que realiza CNAC y el Área de Fotografía gracias al apoyo de la Secretaría Ejecutiva de Economía Creativa, la cual consta de compartir entrevistas, textos y reflexiones en torno a fotógrafos, fotógrafas y agentes relevantes de la fotografía nacional e internacional.